lunes, 27 de septiembre de 2010

Declaración en el Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles


Apoyar la resistencia contra la invasión de las empresas plantadoras
En este nuevo Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles, volvemos a denunciar los graves impactos resultantes de plantaciones a gran escala de eucaliptos, pinos, palma aceitera y otras especies y hacemos llegar nuevamente nuestro apoyo a los pueblos impactados por ellas.

Los territorios de numerosos pueblos de África, Asia y América Latina están siendo invadidos y apropiados por grandes empresas –nacionales y extranjeras- para destinarlos a la plantación de monocultivos de árboles a gran escala, con el objetivo de producir materia prima abundante y barata para varias industrias (celulosa, madera, energía, caucho), así como para servir como “sumideros” negociables en el mercado de carbono.

Al igual que en toda invasión, de la misma no solo participan los actores más visibles (empresas y Estado en este caso), sino que hay una serie de cómplices –visibles e invisibles- que la hacen posible. En el caso de la invasión plantadora, cabe mencionar el rol fundamental que cumplen algunos organismos bilaterales de “cooperación”, empresas consultoras, organismos y procesos de Naciones Unidas (encabezados por la FAO), instituciones financieras privadas y multilaterales, por mencionar a los principales. El maquillaje posterior del desastre social y ambiental queda luego a cargo de esquemas de certificación como PEFC, FSC, RSPO y otros.

La invasión y apropiación del territorio resulta en la reducción drástica de tierras disponibles para la producción de alimentos, así como la desaparición de una serie de recursos hasta entonces obtenidos de los bosques y otros ecosistemas nativos (frutos, fibras, maderas, medicinas, carne, miel, hongos, etc.).

A la destrucción de los recursos de flora y fauna se suma la degradación y/o la desaparición de los recursos hídricos locales, como resultado de la acción combinada del uso masivo de agrotóxicos, del consumo excesivo de agua por parte de los monocultivos, de obras de drenaje y de procesos de erosión del suelo.

Es decir, que en poco tiempo las comunidades locales son despojadas de todos los recursos de los que hasta entonces disponían y su territorio pasa a ser ocupado por miles y miles de árboles de una sola especie que solo resultan de utilidad para la empresa que los plantó. La comunidad queda en situación de dependencia con respecto al poder económico y político de la empresa y al interior de las comunidades, las mujeres son más impactadas que los hombres.

Si bien la oposición silenciosa siempre está presente, cada vez que las condiciones lo hacen posible surgen procesos abiertos de resistencia contra las plantaciones, lo cual normalmente resulta en enfrentamientos con la empresa y con el aparato represivo del estado. Dependiendo de muchos factores, tanto internos como externos, el resultado puede ser el éxito o la derrota, pero en ambos casos las comunidades pagan un precio muy elevado: hostigamiento, golpizas, violaciones, encarcelamiento y hasta asesinatos.

Dada la desigualdad de fuerzas entre las comunidades locales y la fuerza combinada empresa/Estado, resulta de vital importancia el apoyo externo –nacional e internacional- y la visibilización de la lucha como forma de generar mejores condiciones para el éxito de la resistencia.

En este nuevo Día Internacional contra los Monocultivos de Árboles, hacemos un llamado a redoblar esfuerzos por apoyar la lucha de quienes hoy resisten contra la invasión de sus territorios por parte de empresas plantadoras. Al mismo tiempo, exigimos a las agencias bilaterales y multilaterales que desistan de promover un modelo como éste que ya ha demostrado hasta el hartazgo ser social y ambientalmente desastroso. 

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