sábado, 29 de enero de 2011

Chile y las energías renovables


Le Monde Diplomatic. 25.01.11.
Por Gonzalo Martner. Chile enfrenta, como el resto del mundo, el desafío de contribuir a evitar que la temperatura global suba a niveles potencialmente catastróficos en los próximos 50 años.
Además debe ampliar, sustancialmente, la generación de energía para sostener su crecimiento. Ambos objetivos sólo se pueden alcanzar con una revolución en el sector de la energía y la difusión inmediata de las tecnologías con bajos niveles de emisión de carbono ya disponibles, así como con fuertes acciones de aumento de la eficiencia energética.
El país ha sufrido un encarecimiento de la generación de electricidad a raíz de la respuesta a los problemas de seguridad de abastecimiento de gas natural argentino a partir de 2004. Se pasó a una matriz con un mayor componente termoeléctrico en base a carbón e incluso diésel. Chile produce hoy una de las electricidades más caras del mundo, perjudicando su competitividad y bienestar, y ha "carbonizado" su generación de energía.
Otros países han encarecido su energía, pero a cambio de desarrollar las energías renovables no convencionales (ERNC). La ley 20.257 de 2008 estableció en Chile con éxito una obligación a las empresas de generar un mínimo de 5% de su oferta con estas energías, con un horizon¬te de 10% en 2024. Esta proporción ya alcanza un 8% en lo que va de 2010. Ya no existe incentivo para invertir en los proyectos existentes por unos dos mil 500 millones de dólares en generación eólica, y por mil millones en centrales hidroeléctricas pequeñas.
La meta del gobierno de llegar a un 20% de generación eléctrica con ERNC en 2020 no se acompaña aún de políticas para alcanzarla. Aunque desde 2004 las centrales de menos de nueve megavatios (MW) no pagan por conectarse al sistema de transmisión troncal, y las centrales de hasta 20 MW pagan en forma parcial, con un límite de 5% de la potencia total del sistema, no se asegura un acceso permanente y a precios competitivos a la distribución de electricidad. Las centrales hidroeléctricas de pasada y las primeras plantas eólicas en el norte chico son innovaciones importantes pero son pequeñas, mientras la cogeneración, el uso de biomasa y la geotermia no terminan de despegar por falta de políticas pertinentes.
La capacidad hidroeléctrica corresponde a un 40% de los 12.326 MW de la matriz eléctrica y contribuye a la energía limpia, pero mantiene un sesgo hacia los mega proyectos que alteran gravemente múltiples ecosistemas locales. En cambio, las pequeñas centrales hidráulicas sólo representan cerca del 1% del total instalado. Diversas proyecciones sitúan el potencial total de pequeñas hidráulicas entre 10 mil y 33 mil MW de potencia en Chile. Pero no existe un incentivo para su desarrollo y el sistema de precios vigente favorece los megaproyectos hidroeléctricos y las centrales a carbón, sin por otro lado, beneficiar al consumidor.
Otro aspecto sorprendente es que no se considere, en beneficio de la siempre discutible y discutida opción nuclear, el enorme potencial de la energía solar, que ya ha alcanzado un nivel de maduración industrial e iniciado la curva de baja de costos, contrariamente a otra energía del futuro, la mareomotriz, que todavía está en estado de prototipo. Chile posee uno de los índices de radiación solar de mayor intensidad en el mundo, especialmente en el desierto de Atacama. La lógica de mercado de corto plazo explica este enfoque. En efecto, el kilowatt hora (kWh) proveniente de la energía nuclear o de la energía fósil tiene un costo medio situado entre 4 v 7 centavos de dólar, según la tecnología y los países de que se trate, de acuerdo a Philippe Malbranche, del Instituto Nacional de Energía Solar de Francia. Un estudio de proyectos de Amec-Cade calcula rangos semejantes, de entre 2,7 centavos para carbón en Corea y 6,9 para energía nuclear en Japón. En cambio, el costo de la energía termosolar aún se sitúa en rangos del orden de 14 a 28 centavos por kWh.
Cabe tener en cuenta que el mejoramiento del rendimiento permitirá disminuir los costos medios y llevar a este tipo de energía solar a ser competitiva en 10 a 15 años más.
Posee además una particularidad: la energía producida puede almacenarse en dispositivos con nitratos que retienen el calor durante parte de la noche. No se pierde, como le ocurre a la energía eólica, y puede asegurar un abastecimiento continuo y responder a puntas de consumo. En el mundo desarrollado se trabaja con un enfoque de largo plazo en el uso de la energía termo-solar y se crean nuevos proyectos que implicarán un importante salto en su experimentación y explotación comercial. En España, el subsidio anual a la energía solar supera los mil millones de dólares. El parque energético termo solar español.
Incluye once centrales en funcionamiento y cerca de 20 instalaciones en construcción, que alcanzarán una potencia cercana a 2.500 MW en 2013, es decir un 20% de la capacidad eléctrica de Chile hoy.
Estados Unidos ha hecho también una apuesta irreversible por las energías renovables, incluyendo la solar. Este país ya cuenta con cinco plantas que suman 425 MW. En agosto y septiembre de 2010, la California Energy Commission aprobó la construcción de los proyectos Beacon Solar, Abengoa Solar de Mojave y, sobre todo, el Blythe Solar Power Project, que con 1 000 MW de capacidad en cuatro plantas será la instalación de energía termosolar más grande del mundo.
Dos de las plantas comenzarían su construcción antes que finalizara el 2010, para ser conectadas a la red en 2013 y 2014, con un costo de más de mil millones de dólares por planta. Su financiamiento incluye subsidios y garantías gubernamentales de créditos. California estableció la obligación para las generadoras de proveer al menos un tercio de la electricidad desde fuentes de ener¬gías renovables en 2020.
Mientras, en Chile poco se avanza, con excepción de una franquicia tributaria establecida en 2009 para colectores solares térmicos destinados a calentamiento de agua en viviendas nuevas, junto a un concurso anunciado por el anterior gobierno para otorgar un subsidio a la inversión en el norte de Chile en una planta fotovoltaica de 500 kW y una granja de concentración solar de al menos 5 MW, proyectos ambos de escasa envergadura y de los que no se ha tenido noticia. Y el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad disminuyó el 1 de diciembre de 2010 las exigencias para aminorar las emisiones nocivas que pueden realizar las centrales a carbón existentes, llevando los plazos hasta el 2015. Una vez más, Chile estará haciendo muy poco y muy tarde en lo que a políticas de desarrollo equitativo y sustentable se refiere, porque bien sabemos que no logramos, pese al empeño de muchos, pero no los suficientes, que la recuperación de la democracia desde 1990 construyera los contrapesos necesarios frente a la lógica avasalladora del lucro de corto plazo y de los intere¬ses de las grandes corporaciones y su capacidad de influir sobre el sistema político.
Director del Centro de Políticas para el Desarrollo de La USACH.

Fuente: ecosistemas.cl

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