domingo, 20 de febrero de 2011

Clima corrupto

Luis Padua/ 12/Feb/2011

Increíble pero cierto. Nadie parece darse cuenta del fraude que representa el maquiavélico juego del llamado “cambio climático” (antes lo llamaban “calentamiento global”, hasta que se supo que la Tierra más bien se ha estado enfriando en los últimos 12 años). Los gobiernos son aplaudidos cuando anuncian que seguirán invirtiendo toneladas de dinero en “combatir” este fenómeno, como si fuera un hecho irrefutable e indiscutible que el reciente comportamiento errático del clima es el resultado de la actividad humana, y más concretamente, de quemar combustibles fósiles.

Pues resulta que no, que está lejos de ser un consenso científico. Miles de investigadores en el mundo están denunciando -con todo y el riesgo de ser tachados de “rebeldes”- que se trata de una gran mentira con fines económicos y políticos. Fred Singer, exdirector del US Weather Satellite Service, afirma en un libro que tiene apenas unos días de publicarse, que llevamos “dos décadas de ciencia corrupta”, en donde las evidencias que dan fundamento a los reportes de Naciones Unidas sobre cambio climático, “han sido claramente fabricadas”.


¿Por qué, entonces, decenas de gobiernos en el mundo están invirtiendo tanto en un asunto que sigue en debate? ¿Por qué no se cuestiona el interés de la administración de Barack Obama para aprobar nuevas leyes que castiguen económicamente y en específico a los emisores de CO2? Resulta que ni siquiera hay consenso para considerar al bióxido de carbono un “contaminante” (a diferencia del monóxido de carbono, por ejemplo). Mucho menos hay pruebas científicas de que esté alterando el clima.

El poder de la tecnología
En su libro Climate of Corruption, el profesor Larry Bell opina, como muchos otros, que el objetivo de la agenda del “cambio climático” es beneficiar a ciertos grupos de interés que manejan las nuevas “energías alternativas”, o los negocios que las rodean.

Pero bueno, dirá usted, ¿qué de malo hay en favorecer a quienes están fabricando tecnologías más “limpias”, y colaborando a que el mundo cambie su forma de generar energía (especialmente si nos alejamos del controvertido petróleo)?

El primer pero está en que quienes manejan estas nuevas tecnologías siguen siendo los grandes corporativos primermundistas, léase General Electric, Enron y varias más. Qué casualidad que en el momento en que naciones en desarrollo como China, India, o el propio México, están empezando a requerir cantidades mucho mayores de energía, se quiera poner un freno a las tecnologías que les están más accesibles (como el carbón y el petróleo). El poder es mantenido por aquél que tiene la más nueva tecnología.

El segundo pero es el negocio que hay detrás de los “bonos” por emisión de carbón. Se trata de una operación donde pagan impuestos las mayorías que usan o consumen combustibles fósiles, y el dinero se va a los pocos que desarrollan las nuevas tecnologías. Para colmo, los bonos son objeto de especulación que dará impresionantes ganancias a las financieras que los manejen. Una de ellas, llamada Generation Investment, fue fundada nada menos que por el “superambientalista” Al Gore, junto con David Blood, exfuncionario de Goldman Sachs.

No cabe duda, sí hay cosas extrañas en el clima, pero muchos científicos aseguran que más bien debería estudiarse la extraña actividad que ha tenido el Sol en la última década. Coincidentemente, Estados Unidos acaba de colocar sus satélites Stereo alrededor de nuestra luminosa estrella para estudiar estos fenómenos. Si la causa de los cambios en el clima está en el Sol, o en algún lugar fuera de la combustión de carbón, mereceríamos saberlo.

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