La Fiscalía de Tarragona ha denunciado en los juzgados de Gandesa que el equipo directivo de la central nuclear Ascó 1 alteró los sensores de radiación de la planta para evitar que saltara la alarma que hubiera alertado sobre la fuga contaminante que se produjo en noviembre del 2007.
feb 5, 2011
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| Foto wikipedia |
La fiscalía no solo acusa de un presunto delito contra seguridad colectiva (sancionado con penas de tres a seis años de prisión), sino también por uno contra el medio ambiente (castigado con penas de dos a cuatro años de prisión), otro contra los derechos de los trabajadores (de seis meses a tres años) y un último por supuesta falsedad documental (de seis meses a tres años). La denuncia va dirigida contra el que era director de la nuclear, el entonces jefe de servicios de protección radiológica, el responsable explotación y el inspector residente de la central.
La fiscalía acusa a los responsables de Ascó de cometer "inaceptables negligencias" que propiciaron que se emitieran al exterior del centro centenares de partículas radiactivas que se expandieron durante cuatro meses sin ningún control. La causa esa fuga, incide la acusación, no radica en ningún tipo de fallos en mecanismos, sino en "negligencias, imprudencias y omisiones". Y además, al Consejo de Seguridad Nuclear, detalla, no le fue proporcionada información de lo que ocurría hasta abril del 2008, cinco meses después de la fuga. Entonces se tomaron las medidas.
El incidente se produjo en la noche del 26 de noviembre del 2007, cuando finalizaba el proceso de recarga de combustible en la unidad uno de la central. En esas fechas, las barras de combustible eran trasladadas mecánicamente a través de un túnel con agua desde el reactor hasta un estanque o piscina donde se depositan las varillas. En ese túnel existe un pocete en donde quedan restos de agua y residuos, que eran recogidos por una aspiradora y después lanzados al estanque-almacén. Ese día, según la denuncia, a un trabajador "novel" se le cayó parte del vertido en una rendija de aspiración del circuito de ventilación y se extendió por el sistema general. Al no estar activado el mecanismo de ventilación de emergencia, no había filtros y las partículas radiactivas salieron por la chimenea a la atmósfera.
LA SEÑAL DE ALARMA
¿Por qué no funcionó el sistema? De forma "antirreglamentaria", sostiene la fiscalía, se había decidido elevar el nivel de actuación de los sensores de radiación y, por lo tanto, no se puso en marcha la ventilación de emergencia para aspirar la atmósfera contaminada. Por ello, tampoco se emitió desde la central la señal automática de alarma hacia el Consejo de Seguridad Nuclear. Cuando se detectó la contaminación, detalla la fiscalía, no se consideró que las partículas se hubiera expandido por la ventilación y no fueron tenidos en cuenta otros indicios "reveladores" sobre la fuga, como la detección de radiactividad en los canalones de pluviales o en el zapato de un trabajador. Más de un año después, todavía se hallaron partículas y se intentó esconde el alcance del incidente. Según los datos recogidos en las estaciones de medición, "en algún caso, los niveles de radiactividad multiplicaron por 100 el índice declarado por la empresa", explicó ayer Carlos Bravo, responsable del área de Energía Nuclear en la delegación española de Greenpeace. "Las partículas radiactivas llegaron a lugares situados a 60 kilómetros de distancia", agregó Bravo.
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