viernes, 18 de marzo de 2011

¿Somos ecologistas o tan sólo ahorradores?

17 marzo de 2011
La crisis Libia ha desatado todos los miedos que la crisis económica no había logrado aún despertar. El precio del petróleo se ha disparado y es necesario reducir nuestra fuerte dependencia energética con el exterior. De la noche a la mañana los políticos se han convertido en preocupados gurús del desarrollo sostenible, defensores de las bombillas de bajo consumo, del transporte público, de reducir la velocidad de los automóviles, dar prioridad a las bicicletas, bajar las calefacciones y el aire acondicionado, reciclar.
Hemos pasado del eufórico “consume hasta morir” de la despilfarradora época de la burbuja inmobiliaria al modelo de la “slow life”, la vida pausada y respetuosa con el entorno. ¿Nos estaremos convirtiendo en ecologistas o tan sólo en obligados ahorradores?
Desde su nacimiento hace poco más de medio siglo el ecologismo ha sido criticado con dureza por defender un modelo de desarrollo diferente al actual que siempre se tachó de ir en contra del progreso, de querer volver a la Edad de Piedra.
Y ahora, de repente, no sólo se acepta esta filosofía sino que ya empieza a verse como tabla salvadora de nuestra economía. Aunque se nos nota todavía algo verdes. Porque mientras se anuncia que Fomento apagará la mitad de las farolas de las autopistas para ahorrar electricidad, los nuevos tramos se siguen diseñando con más luces que la Feria de Sevilla y los monumentos se iluminan toda la noche para regocijo de las aves nocturnas.
Ni ahorradores ni ecologistas. Lo único que sufrimos es un ataque de sentido común. Porque como dice muy acertadamente el profesor emérito de Economía de la Universidad de París, Serge Latouche,
“cualquiera que piense que es posible crecer ilimitadamente en un planeta con recursos finitos es, o bien un loco, o bien un economista”.
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