lunes, 16 de mayo de 2011

Jóvenes argentinos premiados en Ciencia

La Nación / 15/05/11
Un equipo de estudiantes fue galardonado por haber desarrollado un sistema económico para eliminar sustancias tóxicas del agua.

LOS ANGELES.- "De Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina, Ruth Maurente Jaime y David Varlotta", anunció de pronto una voz en off en el auditorio del Centro de Convenciones de esta ciudad. Los 18 estudiantes de la delegación argentina gritaron y saltaron de sus asientos para agitar la bandera de 15 metros que los acompañó toda la semana en la Feria Internacional de Ciencia y Tecnología Intel-Isef.

Enseguida, Ruth y David recorrieron el pasillo central de la sala con más de 2500 asistentes para ocupar su lugar en el escenario. Acababan de ganar el segundo premio en la categoría de Ciencias Ambientales con un proyecto que los días previos había concentrado mucho interés de los jurados y hasta de organizaciones filantrópicas que recorrieron los 1207 proyectos que compitieron aquí hasta anteayer en 17 categorías de ciencia y tecnología.

En el escenario, los dos representantes de la Escuela Técnica No. 12 Libertador Gral. José de San Martín se abrazaron para festejar. No era para menos: el resto de los equipos también concursaba con los mejores trabajos de ciencia juvenil de las ferias nacionales de sus países, como los 10 proyectos con los que participó el sub-20 argentino.

"Salir de nuestro club de ciencias al mundo ¡es muy impresionante!", dijo Ruth a La Nacion el jueves pasado, en el stand de su proyecto. "El premio ya es estar acá", agregó David.

Los dos participan del Club de Ciencias ET C16 que funciona en la escuela porteña. El año pasado desarrollaron un sistema económico para destilar agua. La idea surgió para ayudar a los chicos de una escuela de Jujuy, en la frontera con Bolivia, que no pueden cultivar la tierra porque las napas de agua están contaminadas por los desechos de la actividad minera local. Tampoco pueden realizar el cultivo por hidroponia (sin suelo) por falta de agua.

Así, al equipo dirigido por el profesor Daniel Frijón se le ocurrió diseñar un sistema, que, según propuestas que recibieron acá, se podría aplicar hasta en el desierto árabe.

Frente a un prototipo a escala similar a una antena parabólica con una esfera de vidrio en el centro que queda expuesta al sol, unida a un tubo del mismo material, David y Ruth explicaron una y otra vez los días previos que una primera "limpieza" con cloro (del agua a tratar) para eliminar las bacterias más la evaporación y la condensación permiten obtener agua sin sustancias nocivas como el cianuro.

El problema era el arsénico, que seguía dejando residuos. Con ayuda de expertos de la UBA, el equipo aprendió que el helecho serrucho, que crece en el fondo de las casas o en las paredes, absorbe y acumula arsénico. Inventaron así un mecanismo para que floten las raíces y, con una bomba de agua como la que tienen los automóviles para limpiar el parabrisas, resolvieron cómo el agua destilada acumulada en un primer tanque podía pasar al segundo tanque con los helechos.

En un día, el sistema puede producir 80 litros de agua en verano y 57 litros en invierno, porque depende de la intensidad del sol.

Creatividad e innovación
Más de 7 jueces reconocieron la creatividad y la innovación del proyecto argentino, que fue galardonado anteayer con un premio de 1500 dólares. Y otros tantos pasaron por el stand interesados en conocer si habían recibido algún subsidio estatal para desarrollar el proyecto. Hasta un jeque árabe les envió una carta, que los chicos encontraron en el stand: elogiaba la calidad del trabajo, indagaba sobre la posibilidad de aplicar el proyecto en el desierto y, también, de invertir en su desarrollo.

"Para mí sería mejor no estar acá presentando este sistema, porque eso significa que todavía quedan lugares donde no hay acceso al agua", dijo David, que el año pasado terminó el secundario y está en la universidad.

Al bajar del escenario, los chicos se abrazaron con su profesor, que aplaudió y festejó tanto con los demás docentes de la delegación como los estudiantes. El resto de los chicos los recibieron con más abrazos, aplausos y la inmensa bandera que permaneció inmóvil, sujeta con ansiedad sobre las piernas de los chicos, sólo mientras se anunciaban al resto de los 400 ganadores en las tres horas que duró la ceremonia.

El cierre fueron los premios a los tres mejores trabajos de la feria. El primero, de 75.000 dólares, lo recibieron dos estudiantes de California por desarrollar una forma potencialmente más efectiva y menos costosa de tratar el cáncer, que consiste en colocar una simple pieza de hojalata cerca del sitio del tumor antes de aplicar la radioterapia para controlar sus efectos.

Los otros dos proyectos premiados con 50.000 dólares para científicos juveniles fueron de un estudiante de Nevada (EE.UU.), que creó, según el jurado, uno de los sistemas más sensibles para contrarrestar el terrorismo nuclear, y de un equipo de Tailandia, que descubrió que una gelatina en las escamas de los peces sirve para elaborar un envoltorio para el pescado que no daña el medio ambiente. De América latina, la delegación de Brasil fue el país con más proyectos premiados.

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