sábado, 1 de mayo de 2010

Las consecuencias de un vertido siguen presentes veinte años después


Barreras de protección instaladas a alrededor de una pequeña isla en Port East para evitar el embate de las manchas de crudo, en el Golfo de México. (Imagen: Sean Gardner /Greenpeace / EFE)
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ISRAEL ÁLVAREZ. 30.04.2010 – 16.11 h
El 24 de marzo de 1989 el buque norteamericano Exxon Valdez chocó contra un arrecife, en el estuario de Prince William Sound (Alaska), y vertió al agua42.000 toneladas de petróleo, causando una marea negra de 6.000 kilómetros cuadrados y el mayor desastre ecológico en la historia de EE UU. Veintiún años después, los científicos siguen encontrando especies marinas contaminadas.
La enorme mancha de crudo ocupa una superficie similar a la de la isla de Jamaica
El vertido de petróleo que se está produciendo en el Golfo de México, frente a las costas de Luisiana,  vierte al marcada día de 800 toneladas de petróleo. El accidente que hundió la plataforma de extracción y produjo el vertido se produjo hace nueve días y todavía no se ha taponado el pozo del que mana el crudo.
En pocas horas, la enorme mancha de crudo, que ocupa una superficie similar a la de la isla de Jamaica (unos 170 kilómetros de largo y 70 kilómetros de ancho) podría llegar a los pantanos costeros del delta del Misisipi, una zona de especial riqueza medioambiental.
Petróleo en el fondo marino
El problema, según explica Sara del Río, experta de Greenpeace en medio ambiente y contaminación, no es solamente “la parte más visible es la mancha, el petróleo que llega  las costas” donde el impacto es evidente y cercano, sino el hecho de que “mucho de este petróleo se hunde y se deposita en el fondo marino”.
Ese crudo se va disgregando hasta convertirse en partículas tóxicas que acaban en la cadena alimentaria
“Poco a poco, ese crudo se va disgregando hasta convertirse en partículas muy tóxicas que acaban en la cadena alimentaria”, explica Del Río. Este problema es especialmente preocupante en una zona de marisqueo, con gran variedad de “especies filtradoras”, o sea, que se alimentan filtrando el agua, con lo que asimilan y acumulan muy rápido las sustancias tóxicas que contiene el petróleo.
El vertido que se está produciendo proviene directamente del fondo del mar, de la bolsa que estaba siendo explotada, a unos 1.500 metros de profundidad. Ese crudo “lleva unas altas concentraciones de metales pesados, azufre e hidrocarburos volátiles”.
Esa fue una de las complicaciones con que se encontraron las personas que acudieron a la limpieza del vertido del Prestige en las costas gallegas en noviembre de 2002. Las mascarillas blancas que portaban “no servían para nada” y se producían mareos, náuseas y vómitos entre los limpiadores e incluso daños en la salud a largo plazo.
Evitar que llegue a la costa
Pero ¿qué se puede hacer para que el vertido no llegue a la costa? Según Itziar Martín, técnico del Ministerio Español de Medio Ambiente, lo único que se puede hacer es “la mayor recogida posible en la mar, porque de lo contrario acabará en la costa y ahí la limpieza es más complicada”.
Los residuos de combustión acaban también en el fondo del mar
Hasta ahora, las autoridades estadounidenses han intentando retener la mancha con barreras flotantes, una solución demasiado provisional. “Lo que está saliendo es un hidrocarburo pesado, por lo que tiene un índice de dispersión menor, pero el comportamiento es el mismo que el del aceite, cuando lo echas sobre el agua ocupa todo el espacio que tiene” explica Martín.
También hemos podido ver fotografías de grandes llamaradas, producto de los intentos de quemar la mancha antes de que llegue a la costa, otra solución arriesgada. “Cuando se quema el petróleo se produce una contaminación atmosférica importante, que además, acaba depositándose en el agua. Los residuos de combustión acaban también en el fondo del mar”, explica la experta de Greenpeace.
Nadie puede preveer cuánto tardará en recuperarse el ecosistema, en lo que ya es considerado uno de los mayores desastres ecológicos de la historia de EE UU. El gran problema, apuntan las expertas, es que ni siquiera se pueden hacer valoraciones hasta que el vertido se detenga.
“Estamos en plena época de migración de las ballenas rorcuales y en periodo de anidamiento de las tortugas marinas” hace ver Sara del Río, a lo que Itziar Martín añade apuntando a que si las especies afectadas pertenecen a “una colonia frágil, puede afectar a un número significativo de individuos y tener repercusión en la pervivencia de la colonia”.
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