20/01/11
Los últimos fenómenos meteorológicos extremos muestran que seguimos en la senda de los peores escenarios del cambio climático, pero hay posibilidades de cambiar el curso de los acontecimientos durante el 2011.
Los datos
No pasa un mes sin que en algún punto del planeta ocurra algún tipo de desastre meteorológico, calificado por el periodista de turno como “natural” en forma de ola de calor o de frío, intensas nevadas o lluvias, vientos huracanados u oleajes que baten registros máximos. Una recopilación de últimos desastres que sobrepasan límites nacionales nos lleva a recordar la ola de calor y los incendios forestales en Rusia el pasado verano, junto con las inundaciones en India y Pakistán con cientos de muertos y desplazados y graves pérdidas económicas de personas ya de por si pobres. Incluso un país desarrollado como Australia se ve desbordado cuando las lluvias torrenciales arrasan todo lo que encuentran a su paso. Si nos vamos remontando hacia años anteriores, recordamos inundaciones en Inglaterra, la ciclogénesis explosiva que azotó Francia el año pasado, la ola de calor en Europa en 2003, el huracán Katrina o el Nargis, los tornados en el sur de Estados Unidos o las inundaciones en el sur de la Península Ibérica.
No hay que olvidar las intensas nevadas e intenso frío de las últimas semanas en Europa y Estados Unidos. Es evidente que para que nieve abundantemente hace falta frío, pero también una cantidad considerable de vapor de agua en la atmósfera. Un estudio publicado en Journal of Geophisical Research (1) apuntaba que estas olas de frío tan intensas están relacionadas con la pérdida de hielo en el Ártico que se acentúa en los últimos años. Si hacemos una lectura simple del frío que ha hecho estas semanas podría pensar que es porque en el Ártico hace más frío y se esta formando más hielo marino, pero los datos muestran, de nuevo, que en realidad hay menos hielo, tanto en superficie como en espesor, al igual que el año pasado por estas fechas debido a la repetición de la Oscilación Ártica negativa, llevando a diciembre de 2010 a su menor extensión para el mes de diciembre (2). El hielo marino Antártico, por su parte, continua con su tendencia ligeramente ascendente, siempre teniendo en cuenta que a diferencia del Ártico el hielo marino Antártico desaparece casi completamente en verano, mientras que el Ártico no ha estado libre de hielo desde hace 5.500 años.
En cuanto a la temporada de huracanes (3), 2010 será recordada como una de las más activas recordadas, con la formación de 19 tormentas, 12 de las cuales se convirtieron en huracanes y 5 alcanzaron categoría 3 o superior. En promedio, el Atlántico registra 11 tormentas, 6 huracanes y dos grandes huracanes. Afortunadamente, la mayor parte de ellos no tocaron tierra y no provocaron grandes desastres humanos, aunque Haití sufrió el huracán Tomás, que sumado al terremoto del pasado enero ha incrementado la penuria de la población. Por otro lado, La Niña que incrementa la actividad en el Atlántico redujo, a su vez la actividad en el Pacífico Este con siete tormentas, 3 se convirtieron en huracanes y dos fueron grandes huracanes. En promedio en el Pacífico Este se producen 15 tormentas, 9 huracanes y 4 grandes huracanes.
Tampoco hay buenas noticias respecto a los glaciares del mundo (4). El balance de masa promedio de los glaciares con series de observaciones disponibles a largo plazo en todo el mundo continúa descendiendo. Las cifras muestran una reducción del espesor de 0.5 a 0.6 metros de agua equivalente durante el año hidrológico 2008 y 2009, respectivamente. Los nuevos datos continúan con la tendencia global de una fuerte pérdida de hielo durante las pasadas décadas y lleva la pérdida del espesor promedio acumulado de los glaciares de referencia desde 1980 a cerca de 12.5 metros de agua equivalente.
Estos días las principales agencias que estudian la temperatura media del planeta, el Instituto Goddard de la NASA (GISS), el Centro Nacional de Datos Climáticos (NCDC), la Agencia Meteorológica japonesa e inglesa (5) están de acuerdo en que 2010 es junto a 2005 el año más cálido registrado desde 1880 y eso a pesar de que se ha dado el fenómeno de enfriamiento de las aguas del Pacífico, La Niña y a la continuación de una inusual escasa actividad solar. Teniendo en cuenta que los métodos de medición de las temperaturas y los lugares que tienen en cuenta son distintos, la conclusión es la misma: Continúa aumentando la temperatura del planeta y la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera.
Todos los fenómenos responden a la casuística provocada por un planeta más caliente con más vapor de agua en la atmósfera y más energía para provocar fenómenos extremos.
Percepción
El pasado 13 de diciembre, Bob Ward (6), director de comunicación del Grantham Research Institute on Climate Change and the Environment en la Escuela de Londres de Economía y Ciencias Políticas, publicaba un interesante artículo titulado “¿Por qué los medios en el Reino Unido ignoran las noticias sobre cambio climático?” En su artículo se preguntaba que cómo podía ser que los medios en el país hubiera ignorado el anuncio de que el 2010 había sido el más cálido, a excepción de The Guardian.
¿Es posible que a los medios españoles les ocurra como a los ingleses? ¿Qué en pleno invierno hablar de calentamiento global supone cuestionarlo? ¿Qué aunque los científicos involucrados en el “Climategate” han sido exonerados de mala conducta, es mejor no hablar de cambio climático? ¿Qué quizás en España se apela más al sentimiento que al razonamiento para dar importancia a una noticia? ¿Qué toca habla de otra cosa?
En España, se ha podido ver esta noticia en medios de comunicación, pero la noticia no se contextualizó lo suficiente, al menos en televisión y por ejemplo, en el caso de Telecinco se vinculaban los datos de las temperaturas medias globales de 2010 con las altas temperaturas que estamos teniendo estos días en España, sobre todo en la costa mediterránea. Hubiera sido más relevante que la temperatura media global se hubiera puesto en el contexto de que la concentración de dióxido de carbono alcanzó en 2010 su mayor concentración (390 partes por millón) de los últimos 800.000 años. Siendo tan localistas, cualquiera podría responder que hace unos días hacia mucho frío y es probable que en pocos días, el invierno nos vuelva a recordar que aún no se ha marchado, con lo que la percepción del público sigue siendo equivoca, el tiempo meteorológico no es el clima.
Por supuesto, ni las inundaciones en Australia o Pakistán, ni la ola de calor del verano en Rusia pueden atribuirse directamente al calentamiento global, pero parece que algunos periodistas han decidido que es mejor no vincular estos desastres a aquel, por miedo o autocensura, no sé sitratando de evitar que luego los llamen catastrofistas o algo peor. O incluso puede haber una explicación más preocupante: si no hablamos de cambio climático, es que ha desaparecido. Es conveniente recordar en este punto que a pesar de que la detención del Juan López de Uralde de Greenpeace en aquel momento en Copenhague fue muy difundida, junto con las detenciones masivas practicadas, no lo ha sido tanto (siendo generoso), la sentencia del tribunal danés en la q
ue declaraba ilegales estas detenciones preventivas realizadas durante la cumbre de más de 1.900 personas (7), ¿una forma de disuasión del activismo social?
Alguien podría recordarnos que se habló del cambio climático durante la cumbre del clima en Cancún, pero sólo para vender un “éxito en la buena dirección” o “que se han hecho los deberes” como se dice ahora. Cómo si no hubiera habido otras 18 cumbres donde los avances han sido mínimos y los retrasos máximos en al adopción de medidas para reducir emisiones de gases de efecto invernadero
Órdago a la grande
No creo estar equivocado al afirmar, que a pesar del ruido negacionista, nunca se perdió la confianza en los climatólogos tras el denominado “Climategate” y la mayoría de la población cree que el cambio climático es real y provocado por el hombre. Por tanto, hay una esperanza para que más personas y colectivos puedan sumarse al movimiento por el clima en nuestro país.
En segundo lugar, habiendo sido relegado el cambio climático a la tercera división informativa, hay que volver a poner sobre la palestra el asunto en este año crucial para el futuro. Para ello, no deberíamos esperar a tener una sorpresa climática o un desastre nacional grave, eso sería llegar tarde. La combinación de acciones efectistas durante todo el año y movilizaciones tanto en el día de la Tierra como durante la próxima cumbre del clima se hacen imprescindibles.
A pesar de las llamadas a la renovación del movimiento por el clima en el Reino Unido llevadas a cabo por Bradley Day (8), un activista de base y organizador del Campamento por el clima, los grupos que trabajan sobre el cambio climático están más organizados en su país que en el nuestro y uno siente cierta envidia del grado de movilización conseguido. Han sido capaces de organizar campamentos por el clima en pleno centro de Londres y lanzar acciones directas no violentas muy interesantes, señalando a los responsables del cambio climático y llamando la atención de los medios de comunicación británicos que han dado una amplia cobertura de sus movilizaciones, además, de que ellos mismos crearon sus canales de difusión. Las manifestaciones en Londres han sido siempre más numerosas que las de Madrid o Barcelona.
Por otra parte, si en un contexto de crisis económica ha sido difícil que la sociedad española alcance un grado de movilización elevado, similar al francés o al griego, es complicado movilizar a la población por la crisis climática. Y no trata de pensar en lo que podría ocurrir aquí dentro de 30 o 40 años, pensemos que los que ya sufren el cambio climático son los más pobres del planeta, aquellos que menos han provocado el cambio del clima con sus estilos de vida, Además, la cosa puede ir a peor ya que no sabemos en que punto la atmósfera puede dar un salto climático y entrar en un régimen climático diferente al que ha conocido la humanidad, con consecuencias catastróficas.
Pero las bases para la movilización están ahí: Malestar contra la política tradicional, cuestionamiento cada vez más generalizado del modelo capitalista de producción y consumo, descontento por la reducción de derechos sociales, un mayor interés por la movilidad sostenible y ecológica, un apoyo más decidido a las energías renovables, la vuelta a una agricultura de autoconsumo que nos devuelve sabores perdidos por culpa de la producción agrícola y ganadera industrial, una conciencia más generalizada por el ahorro y la eficiencia energética y medios de comunicación alternativos que rompen el discurso predominante cada vez más afianzados. Todo ello acompañado de la gestación de un movimiento político ecologista unitario que pueda hacer frente a los desafíos ambientales que se plantean en este siglo, no sólo en lo referente al cambio climático, sino también a la lucha contra la contaminación de las ciudades, de los ríos y de los océanos, la lucha contra un modelo depredador de la biodiversidad y por la recuperación de valores humanos como la justicia social y la solidaridad.
2011 puede ser el año en que cambiemos el curso de los acontecimientos, ¿estamos preparados?.
Globalízate
Referencias:
(1) Vladimir Petoukhov and Vladimir* Semenov, 2010. A link between reduced Barents-Kara sea ice and cold winter extremes over northern continents. Journal of Geophysical Research, Vol 115, D21111. doi:10.1029/2009JD013568.
Fuente: www.ecoportal.net
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