sábado, 29 de enero de 2011

Avatar vs. Belo Monte: Polémica ambiental en Brasil


Para quienes se oponen a la construcción de la presa de Belo Monte en Brasil, el taquillazo cinematográfico Avatar, fue un éxito considerable. Pero los partidarios de la represa vuelven a la carga.
avatarPENNSYLVANIA (Wharton Universia). En la película Avatar, un Gobierno controlado por una empresa del planeta Tierra amenaza con extraer metales preciosos de un planeta dotado de una naturaleza exuberante.
En la vida real, el Gobierno —en este caso, el gobierno brasileño— amenaza con desplazar a miles de personas, muchas de ellas dependientes de la agricultura de subsistencia, y a tribus del Amazonas.
Evidentemente la situación no es tan dramática ni tan violenta como en la película. Pero la oposición a la construcción de Belo Monte ha sido suficiente para paralizar el proyecto durante años.
Belo Monte es un proyecto que está en el candelero desde 1975.
En aquella época, los encargados de su planificación soñaban con una reserva colosal que inundaría miles de kilómetros bañados por el río Xingu, en Pará, un gran Estado de la Amazonia, localizado en la región norte del país.
Según el proyecto original, Belo Monte sería comparable a la represa de Itaipú, la mayor del mundo en esa época, en el río Paraná, al sur de Brasil.
La creación de la Tres Gargantas, en China, costó US$ 15.500 millones y es actualmente la mayor del mundo, con una capacidad de generación de energía que casi dobla los 14.000 megavatios de Itaipu.
En 1994, los responsables del sector de energía del Gobierno brasileño, presionados por varias tribus indígenas, redujeron el tamaño de Belo Monte y el proyecto estuvo paralizado durante 4 años.
Recientemente, sin embargo, la idea ha vuelto a despertar interés.
En 2009, un estudio de impacto medioambiental de Ibama, agencia brasileña de protección del medioambiente, concedió una licencia preliminar para que el proyecto saliera a subasta bajo la condición de que el vencedor de la licitación se comprometiera a construir la presa de tal modo que el beneficio obtenido con la energía generada represente un coste mínimo para el consumidor.
Después de varios intentos fallidos en que algunas empresas de gran tamaño como Cemig (Compañía Energética de Minas Gerais) y las constructoras Odebrecht y Camargo Correa desistieron participar en la licitación, Aneel (Agencia Nacional de Energía Eléctrica) realizó la subasta en abril de 2010.
Un consorcio de 18 miembros, Norte Energía, constituida por el holding estatal de energía eléctrica Eletrobrás y por numerosos fondos de pensión estatales y de inversiones privadas ganaron la subasta que duró menos de 10 minutos. Norte Energía se comprometió a construir la presa por R$ 78,00 megavatios/hora (US$ 45,88).
El 20 de abril, día de la subasta, una encuesta pública hecha por el periódico Folha de São Paulo señaló que una pequeña mayoría, el 52%, era favorable a la construcción de la represa.
A finales de agosto, sin embargo, cuando Aneel nombró oficialmente al consorcio Norte Energía operador responsable de la represa durante los próximos 30 años, la situación para la puesta en marcha del proyecto no era nada cómoda.
Las organizaciones no gubernamentales (ONG) atacaron.
Sigourney Weaver, actriz de Avatar, decidió tomar partido.
James Cameron visitó la región.
El obispo local, D. Erwin Krautler, premiado posteriormente con el Nobel de la Paz alternativo, el Right Livelihood Award, por su oposición a la construcción de la represa, dijo que Belo Monte era la "sentencia de muerte" de 20.000 personas obligadas a mudarse o a ver la tierra donde cultivaban inundada.
En octubre, Felicio Pontes, procurador de la República, y otros varios compañeros también procuradores, solicitaron a Ibama que no concediera la licencia de construcción de la represa hasta que fueran atendidas las 40 exigencias de la agencia.
"La mayor parte de las condiciones impuestas por Ibama no fueron satisfechas, y dudo que lo sean, ya que Norte Energía no dispone, de momento, del dinero para satisfacerlas", dijo Pontes.
De hecho, de acuerdo con un informe publicado por Ibama en octubre, por lo menos 23 condiciones no habían sido atendidas.
Actualmente, Belo Monte tiene presentadas en su contra 9 acciones civiles en tribunales federales en un intento de impedir que Ibama conceda una segunda licencia.
Hay también una película de James Cameron contraria a la presa, Mensaje de Pandora, lanzada en noviembre.
Pero los defensores del proyecto, entre ellos el mayor banco de desarrollo de la región, el brasileño BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social), observa que la presa hidroeléctrica de 11.200 megavatios es "importante" para las necesidades futuras de energía del país.
El Gobierno dice que Belo Monte dará seguridad energética a los estados pobres del norte del país.
Costear un futuro más limpio
Para Nelson Siffert, director de infraestructura del BNDES, Belo Monte es una prueba de que la demanda de energía está creciendo por encima del producto interior bruto (PIB) del país. Esto significa que si el PIB crece 7% al año, el consumo de energía crecerá, de media, 1% más, o 8%.
Siffert dice que el banco ha llevado a cabo estudios por cuenta propia sobre la viabilidad y el impacto ambiental de Belo Monte.
Si el estudio muestra que el proyecto tiene, de hecho, un coste muy alto, el banco podrá recurrir a títulos de financiación que le permitirán explorar el mercado de la deuda privada. Por ley, el BNDES no puede financiar más que un 75% de un proyecto.
La geografía brasileña es ideal para las plantas hidroeléctricas: las incontables mesetas y llanuras obligan a los ríos cuyo cauce discurre por terrenos más elevados a precipitarse en dirección a las regiones más bajas.
Son numerosas las oportunidades de construcción de plantas hidroeléctricas en Brasil, y la mayoría de ellas, según Siffert, están en ríos de la Amazonia.
"Ibama tiene normas medioambientales rigurosas. Nosotros tenemos normas propias. No vamos a financiar Belo Monte mientras Ibama no conceda la licencia de instalación a Norte Energía", dijo Siffert.
Los préstamos del BNDES se basan en ingresos de largo plazo. Según Siffert, los estudios hechos hasta ahora muestran que Belo Monte será rentable.
Los proyectos no pueden exceder el índice de cobertura de la deuda de 1,2 (dado por la relación entre generación de caja operativa y el servicio de la deuda) durante el tiempo de vida operativo del proyecto.
El BNDES financió un total de R$ 140.000 millones en préstamos de desarrollo en 2009 y, nuevamente, en 2010, más que el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial juntos, dice Siffert.
Proyectos de infraestructuras como el de Belo Monte representan un 35% de su portfolio. Entre 2003 y 2010, el banco financió 400 proyectos de energía, 300 de los cuáles pertenecen al segmento de generación y más de 30 al de energía eólica y biomasa. Cerca de la mitad de ese total se destinó a la financiación de proyectos.
La planta de Belo Monte no será construida sin la ayuda del BNDES.
"Sabemos que Belo Monte será una obra de gran tamaño, por eso, si decidiéramos financiarlo, es porque habrá retorno sobre la inversión hecha y será bueno para la sociedad", dice él.
Ninguna de las inversiones en generación de energía que hemos hecho ha fracasado.
El BNDES se siente seguro con los proyectos hidroeléctricos. Mientras las 40 condiciones impuestas por el Ibama no sean atendidas, Siffert dice que el banco medita conceder un préstamo puente.
Norte Energía informa que necesita R$ 2.000 millones en un primer momento para que pueda comenzar a atender las exigencias hechas para la concesión de la licencia. No está siendo nada fácil obtener ese capital.
Carlos Nascimento, presidente de Norte Energía, conversó con autoridades del Estado de Pará y con senadores brasileños a principios de diciembre y les solicitó una "solución temporal" para el problema de financiación de la empresa.
La oposición, sobre todo la procuraduría federal de Pará, tribus locales y grupos de agricultores que practican el cultivo de subsistencia, como el movimiento Xingu Vivo para Siempre, y grandes ONG internacionales, como International Rivers y Amazon Watch, temen que Ibama sea forzado por autoridades del Ejecutivo a liberar la instalación parcial de Belo Monte. Hasta mediados de enero no había sucedido nada en ese sentido.
Pero el 12 de enero, Abelardo Azevedo, presidente de Ibama, presentó su dimisión de forma súbita después de menos de un año en el cargo. Su predecesor, Roberto Mesías, también había dimitido en abril del año pasado alegando presión por parte del Gobierno y de los ecologistas en el debate sobre Belo Monte.
La gran promesa
En general, Brasil toma en serio la Amazonia y la conservación de la región. Existe deforestación, pero en un volumen cada vez menor gracias a la generación de empleos en sectores no agrícolas y a la mayor vigilancia y control por parte de Ibama y las autoridades policiales provinciales y federales, según información del propio Ibama.
Sin embargo, la región está habitada por millones de personas: 1,8 millón vive a los márgenes del río Amazonas, en Manaus, según el censo de 2010.
En los últimos diez años, cerca de 400.000 personas se han trasladado a Manaus, presionando al medioambiente y los recursos energéticos. El Gobierno brasileño necesita llevar energía a esa gente de algún modo, y la opción es por medio de la energía hidroeléctrica.
"Nuestra prioridad siempre ha sido y será la energía hidroeléctrica", dijo a la prensa en mayo Marcio Zimmerman, presidente interino de Minas y Energía. "El bajo coste de la energía será un factor de extrema importancia para el desarrollo de la región".
La política energética de Brasil ha sido elogiada en muchas ocasiones y señalada como una de las más limpias del mundo. Cerca de un 75% de la capacidad de generación del país procede de plantas hidroeléctricas.
La planta de Itaipu, un coloso en tamaño y eficiencia, genera energía a un 18% de Brasil y un 77% de Paraguay, de acuerdo con Itaipu Binacional, consorcio controlador de la planta.
De media, cerca de un 90% del consumo de energía en Brasil proviene de plantas hidroeléctricas de bajo coste, dice Siffert de BNDES.
Belo Monte forma parte de una estrategia más amplia del Gobierno: desarrollar el norte, principalmente a través de la minería, conectar la red eléctrica de la región al resto del país (hoy separada de ella) y aumentar la oferta de hidroelectricidad barata en una región que concentra prácticamente toda la pobreza extrema del país.
Las ciudades del oeste de Pará con fama de violentas, Altamira, Anapu y Victoria del Xingu —las más afectadas por la construcción de Belo Monte por el número de habitantes forzados a mudarse y en volumen de nuevos habitantes que llegarán a ellas en la medida en que el desarrollo se vuelva plausible— son localidades relativamente pobres y con bajo nivel de escolaridad.
Respecto a las condiciones socioeconómicas de la región donde Belo Monte se construirá, cerca de un 15% de la población tiene de nueve a once años de estudios. Solamente un 2,5% ha finalizado el bachillerato en Altamira, la mayor ciudad de la región con más de 105.000 habitantes, según el censo de 2010, o un 35% más que en 2000.
Escuelas de menor tamaño suelen tener niños de varias edades en la misma aula. La mayor parte de las casas no tiene red de alcantarillado. Una de las exigencias hechas por Ibama prevé que Norte Energía mejore la infraestructura de la enseñanza en la región y lleve agua corriente y alcantarillado a la población.
El mayor índice de crecimiento de población y la mayor demanda de electricidad, de acuerdo con Aneel y con EPE, agencia de investigación de energía del Gobierno, están en el norte y en el nordeste del país.
En comparación, la población de São Paulo, la mayor ciudad de Brasil, creció un 8% entre 2000 y 2010 llegando a 11,4 millones de personas. El norte está creciendo más deprisa a medida que políticos afines a la región invierten en su desarrollo.
Según un estudio de impacto medioambiental, se crearán 41.000 empleos durante los diez años de construcción de la planta, siendo 18.700 empleos directos y 25.000 indirectos, según datos sobre Belo Monte divulgados por el Gobierno.
Las personas ya están mudándose, llenando formularios de empleo, según informaciones del Servicio Nacional de Empleo de Altamira, en Pará.
"Ningún proyecto de esa magnitud es perfecto. La producción de combustibles más limpios tiene su lado positivo, pero el impacto social y medioambiental resultante también necesita tenerse en cuenta", dice Eric W. Orts, profesor de Estudios jurídicos y de Ética empresarial de Wharton y director del Proyecto de Liderazgo Medioambiental Global de la misma institución.
"No se puede decir que todas las hidroeléctricas sean buenas, o que todas ellas sean nocivas. Brasil necesita elaborar una lista de pros y contras para ver qué se gana y qué se pierde con la construcción de la planta y sobre qué lado se inclina más la balanza".
Belo Monte es, a ciencia cierta, el proyecto más importante del Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) del Gobierno, que consiste en asociaciones público-privadas para el desarrollo de infraestructuras. Belo Monte es el mayor de todos, y tiene un presupuesto que suscita todo tipo de discordias.
La construcción de Belo Monte
La construcción de Belo Monte requiere 3 superestructuras:
> la represa principal, donde el río Xingu, en el periodo de la llena, pasará por 18 turbinas para generar electricidad,
> una fábrica y
> un desagüe.
Según EPE, serán necesarios más de 827.000 toneladas métricas de cemento; será inundada una área de cerca de 516 kilómetros cuadrados.
No serán inundadas tierras indígenas. Otras, sin embargo, serán inundadas, por lo tanto sus habitantes tendrán que ser desplazados y compensados por la pérdida de su propiedad. Dos grandes canales serán excavados para desviar el flujo del río, alejándolo de la represa.
El desvío de las aguas del Xingu reducirá cerca de 100 kilómetros del río hasta el punto en que sus aguas serán canalizadas a las turbinas de la represa.
Tendrá que ser Norte Energía quien garantice que los cursos de agua que conectan el río Bacajá, afluente de Amazonas, al Xingu, tengan un volumen mínimo de agua para impedir que el río se seque en la estación seca, dice Siffert.
Esto significa que, de media, Belo Monte producirá cerca de 4.300 megavatios; muy distante, por lo tanto, de su capacidad operativa de más de 11.000. Pero, aunque funcione a plena capacidad, Belo Monte llevará energía a todo el Estado de Pará, según un estudio conjunto hecho por Eletrobrás, Odebrecht, Camargo Correa y Andrade Gutierrez.
Norte Energía tendrá que construir, como mínimo, 500 casas en Altamira para los trabajadores que vendrán de otros estados durante los cinco años de construcción de la represa.
En Victoria del Xingu, será preciso construir 2.500 viviendas más además de tres galpones para alojar a cerca de 16.000 hombres que trabajarán en tramos del río a horas de distancia de sus casas.
Será preciso también construir 4 subestaciones de energía para el suministro de luz eléctrica a las áreas próximas a la obra. Además de eso, Norte Energía necesita encontrar un lugar para descartar 150 millones de metros cúbicos de tierra y 60 millones de metros cúbicos de piedra.
Las compensaciones sociales y medioambientales derivadas de la construcción de Belo Monte son de cerca de R$ 4.000 millones.
No es un montante pequeño, pero Belo Monte no es una obra modesta. A principio de noviembre, el ministro de Hacienda consiguió la aprobación de una medida provisional —conocida como MP 500— que permitirá al Tesoro liberar préstamos del BNDES que pueden volverse demasiado arriesgados.
MP fue usada inmediatamente en la financiación, concedida por el BNDES, del tren bala que hará la conexión entre Río de Janeiro y São Paulo. "Esa medida reciente [...] puede estar ocultando el hecho de que hay dudas también en cuanto a la concesión, por parte del BNDES, de créditos de alto riesgo para Belo Monte", dice Zachary Hurwitz, consultor de programas para el Amazonas de International Rivers en California. International Rivers se opone a la construcción de Belo Monte.
"La presencia de los fondos de pensiones en Norte Energía es importante para la reducción de parte del riesgo del proyecto", dice Hurwitz. "Desde el punto de vista de la gestión y del préstamo, son varias las lecciones positivas sobre la forma en que Brasil sobrevivió de forma tan positiva a la recesión global, pero hay también lecciones negativas, sobre todo en lo que concierne al momento de levantar el pie del pedal: gastar mucho no es bueno. Mucho menos cuando se usan cuentas de jubilación para respaldar un proyecto de esa envergadura.
"¿Vería la luz del día el proyecto si el Gobierno no tuviera tanto interés en él? "Lo que me preocupa es la clasificación de riesgo de Belo Monte, que es demasiada alta, pero que pasa desapercibida porque el Gobierno gasta mucho en el proyecto", dice Hurwitz.

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