China, el mayor emisor mundial de gases de efecto invernadero, irrumpió en la Conferencia de la ONU sobre el clima en Cancún con una imagen renovada, más cooperante en las negociaciones globales, tras las feroces críticas del pasado año en Copenhague cuando se le atribuyó el papel de bloqueo, dijeron analistas.
Los negociadores chinos han llegado a Cancún con una postura más abierta e indicando que buscan compromisos y consensos, incluso en el rechazo absoluto que en el pasado hicieron a que sus esfuerzos en la reducción de emisiones nocivas al clima pasen por una revisión externa.
Esta nueva estrategia se traduce en una diplomacia mucho más pública, y China ha instalado un prominente pabellón en el corazón de Cancún desde donde distribuye vistosas revistas que destacan sus programas climáticos.
"Estamos viendo un significativo cambio en la estrategia de negociación de China en Cancún", explicó Ailun Yang, de la organización ambientalista Greenpeace en China. "Es muy positivo ver que se está concentrando en lo que puede ofrecer en vez de responder a provocaciones de otros países", añadió.
Este cambio puede ser más una cuestión de apariencia, una vez que negociadores han indicado que China todavía paraliza un acuerdo sobre verificación de los programas de los países en desarrollo, tras un intento de acuerdo liderado por India.
Pero la atmósfera es claramente diferente que la que predominó en Copenhague, donde estuvieron presentes más de 100 jefes de Estado, incluido el presidente estadounidense Barack Obama y el premier chino Wen Jiabao.
Los participantes entonces acusaron a China de poner el pie en el freno a cualquier iniciativa que pudiera someterla a requerimientos internacionales.
"Creo que China se sensibilizó a las críticas, sean justas o no", dijo Duncan Marsh, director internacional de políticas de Clima para The Nature Conservancy.
"Creo también que está actuando con una postura de mayor confianza. China está haciendo mucho en términos de acción doméstica para controlar las emisiones de gases de efecto invernadero y saben que son líderes mundiales en muchas iniciativas", dijo.
Enfrentada a una severa contaminación y el colapso urbano, China ha adoptado ambiciosos planes para reducir las emisiones de carbono en su último plan quinquenal. El país está construyendo la mayor red de trenes de alta velocidad del mundo y avanza en la investigación para tecnologías verdes en transporte y carbón.
"No creo que llegar a un acuerdo internacional sobre el clima o las presiones sean lo que están llevando a China a adoptar esas medidas; es porque estas interesan al país", dijo Zou Ji, profesor de economía medioambiental en la Universdad de Renmin y director del World Resources Institute.
Zou destacó que China tiene la opción entre desarrollarse como Estados Unidos, donde cada persona produce en media 20 toneladas de carbono por año, o como los japoneses y europeos, que emiten la mitad.
"Muchos consumidores jóvenes en China comparten el Sueño Americano. Quieren una casa y un coche grandes. Pero el medio ambiente no resiste eso, y China tiene el 20% de la población mundial", advirtió.
Algunos negociadores indicaron que China ha buscado también suavizar su diplomacia en busca de mejorar sus relaciones con Estados Unidos, con asperezas en comercio y derechos humanos.
De hecho, este año es Japón quien está en el centro de las atenciones y las críticas en las negociaciones del clima que deberían terminar este viernes. Los negociadores japoneses entraron en la conferencia anunciando que no firmarán una extensión del protocolo de Kioto, el único instrumento oficial hasta ahora que compromete a los países ricos a recortar sus emisiones.
Japón argumentó que sería injusto seguir en un tatado que no incluye a los dos mayores emisores del planeta: Estados Unidos -que nunca lo ratificó- y China -que no está incluida por ser una nación en desarrollo.
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