La desigualdad, las guerras, las injusticias….son moneda corriente en nuestra actual sociedad. Miles de niños siguen muriéndose de hambre, millones de personas sin hogar, sin un medico que los pueda curar, sin un trabajo…Las intenciones de la Declaración Universal ha quedado en entredicho y máxime cuando son los propios países ricos los que tienen responsabilidad directa en la falta de esos derechos fundamentales. Las multinacionales arrasan los recursos sin importarles para nada la situación en que se encuentran los pueblos marginados, corrompen a gobiernos para llegar a sus objetivos y cada vez más aumentan los niveles de pobreza y la falta de los derechos fundamentales de las personas: la vida.
No obstante, estas intenciones escritas son una herramienta para poder exigir a las naciones que cumplan con lo pactado, que realicen esfuerzos para que la humanidad sea otra muy diferente a la que hoy es, llena de temores y amenazas que los propios gobernantes imponen a sus ciudadanos.
Sin embargo, dentro de esos derechos, no existía uno fundamental e imprescindible para la vida: el derecho al agua potable y el saneamiento. Ha tenido que ser el Presidente Boliviano que procede del pueblo, de los pueblos nativos, el que haya tenido que proponer a la Asamblea de Naciones Unidas en el 2010, que se incluya el derecho al agua potable y al saneamiento, como un bien común de la humanidad.
El 28 de julio de 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró: “el derecho al agua potable y al saneamiento, como un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos”. El embajador de Bolivia ante la ONU lo defendió diciendo que: “la falta de acceso al agua limpia es la mas grande violación a los derechos humanos en el mundo”.
Con esta declaración, quienes pretendan comerciar con el agua y lucrarse con su acaparamiento, sean multinacionales o Estados, estarían cometiendo un crimen contra la humanidad. ¿Con que derecho tras esta declaración una empresa puede apropiarse de un manantial y vender el agua a precios muchas veces de oro? ¿Con qué derecho una plantación de monocultivo, utilizando masivamente insecticida, contaminando ríos y acuíferos, puede ser autorizada cuando envenena el agua que sirve de sustento a muchos pueblos y aldeas? ¿Con qué derecho un Estado puede construir una presa, canalizar un río, cambiar su cauce mientras que existan poblaciones que necesiten para su supervivencia el líquido elemento? ¿Con que derecho se contaminan los ríos por vertidos de todo tipo incluidos sustancias químicas, de empresas que han sido construidas estratégicamente cercanas a las márgenes de los ríos para ese fin? Todas las naciones incluida España, deberían revisar sus protocolos y no permitir que empresas españolas que operan en terceros países, destruyan y contaminen el agua dulce patrimonio de la humanidad.
Sin embargo, ante esta propuesta, 41 países se han abstenido en la votación, frente a 124 Estados que han dado un SI al derecho del agua potable. Entre los que se abstienen se encuentran EEUU, Suecia, Dinamarca, Canadá, Japón, Australia, Reino Unido……increíble, todos ellos por supuesto, países ricos, desarrollados, sin problemas. ¿Cómo es posible que se abstengan sabiendo que al menos 884 millones de personas no tienen acceso a un agua potable segura y que mas de 2.600 millones de personas no tienen acceso a servicios sanitarios básicos?.
Por desgracia esta Declaración del agua como Derecho Humano, a pesar de ser un paso importante, no hará que ni una sola persona, que hoy no puede acceder a la cuota mínima necesaria para su subsistencia, pueda hacerlo mañana. Esta declaración como la que se promulgó en 1948, debe de ir acompañada de un gran cambio profundo y radical que pueda transformar el sentir de la vida y que se pongan en práctica una serie de medidas para evitar el derroche, la contaminación de las aguas y el lucrarse del líquido elemento. Cada vez con mas frecuencia, el agua, esta siendo protagonista de numerosos conflictos que pueden desembocar en guerras violentas.
Un dato importante y a tener en cuenta: Para fabricar un solo litro de una bebida refrescante se utilizan entre 175 y 200 litros de agua. 300 litros para un litro de cerveza, para un kilo de carne 1000 litros de agua y de esta forma podríamos continuar con cantidades que nos asombraríamos. No le estamos dando el valor que se merece al agua, pero tampoco se puede permitir el lucro de la misma. El uso del agua por parte de las empresas está desbocado, descontrolado y deshumanizado. En la agricultura el gasto del agua potable es desmesurada, perdiéndose millones de litros diarios, encharcando las tierras, con subvenciones importantes y un gasto sin control alguno.
El acceso al agua potable y al saneamiento como derecho humano (según sostiene un informe publicado por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en enero de este año), debe ser equitativo y no discriminatorio, apropiado en calidad y cantidad, económica, social y ambientalmente sustentable y de costo accesible. Es obligación del Estado proteger a la gente de la desconexión a los servicios de aguas y de la contaminación, prohibir que individuos o empresas lesionen los derechos de otros. Como estos servicios son caros y en muchas regiones hay altos niveles de pobreza e indigencia, lo pobres no podrán ejercer su derecho humano al agua si no reciben un apoyo eficaz del Estado, reflejado en los presupuestos y en la creación de instituciones eficientes y estables. Esto seria lo ideal y lo que tendrían que poner en práctica todos los gobiernos ante este derecho Universal.
Pero sabiendo como el resto de los derechos está siendo pisoteados en el mundo desde hace décadas…¿Qué opción tenemos a que este Derecho sea respetado?. Indudablemente si no se respeta el derecho a la vida o tener una vivienda, menos se respetará este derecho fundamental para la vida y dignidad de las personas. No por ello debemos de cerrar los ojos, tirar la toalla. Debemos seguir denunciando a los gobiernos por su falta de ética, por la manipulación consciente de las leyes en beneficio de las multinacionales, por la corrupción que muchos de ellos llevan a sus ciudadanos a la miseria.
No obstante la herramienta la tenemos. La base legal esta ahí y debemos de utilizarla como bandera en la lucha por los derechos humanos. Tenemos que abrir la puerta al debate muy necesario, sobre una serie de temas cruciales que van desde la propiedad del agua hasta las medidas para asegurar que el agua permanezca limpia, potable y accesible.
Debemos tener claro que es incompatible el agua como un derecho humano básico y su apropiación por empresas privadas para generar ganancias. La lucha debe enfocarse contra la privatización del agua potable y a favor de su devolución o mantenimiento bajo el control de empresas publicas. Esto es muy importante y necesario y debería ponerse en práctica en todos los países donde estas empresas están instaladas y cobran el agua a precios exagerados, llegando inclusive a costar un litro más del doble de lo que costaría un litro de gasoil. Negocio redondo. El oro azul por encima del oro negro.
Pero tampoco podemos dejar por alto el papel que juegan los bosques en la conservación del agua. Cuando grandes superficies de bosques son destruidas por las industrias madereras o por la conservación para la cría o la agricultura a gran escala, ello impacta negativamente sobre el régimen hidrológico en su totalidad, lo cual resulta en una disminución de la disponibilidad y la calidad del agua.
Otra forma oculta de apropiación del agua son las actividades que contaminan los recursos hídricos como la minería, la explotación petrolera y la agricultura industrial.
A pesar de todos estos graves inconvenientes de los que debemos ser conscientes, no cabe duda que al menos al igual que el derecho a la vida, los ciudadanos del mundo debemos saber que cualquier actividad que reduzca los recursos hídricos no debe ser aceptable. Tenemos derecho al agua limpia y potable que finalmente ha sido, a propuesta del Presidente de Bolivia, reconocido como un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida. Los ciudadanos tienen el derecho y los gobiernos la obligación de hacerlo realidad.
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